lunes, 24 de febrero de 2014

PERSIGUIENDO SUEÑOS


Hace tiempo alguien me preguntó: "Si pudieras elegir qué necesitarías para ser feliz, si no tuvieras necesidad de contar dinero, sólo por soñar. ¿Qué elegirías?."

Yo contesté que me encantaría tener una casa en el campo o en un pueblo, con una gran cocina y muchas habitaciones para poder invitar a gente, cocinar y disfrutar.

En ese momento esa persona no quedó muy conforme, pero era verdad, como muchos otros sueños: hacer El Camino de Santiago, creer que se puede trabajar en una empresa eficiente y humana, tener familia numerosa....


Lo que no sabía en aquel momento es que cumplir sueños es más sencillo de lo que parece: sólo hay que ponerse en marcha.

Y así recorrí la última parte del Camino y entré en la Plaza del Obradoiro con lágrimas en los ojos.

Y así estoy ahora: supervisando y trabajando en las obras de mi casa de pueblo.

Es posible que muchas personas piensen, "claro, para ti es fácil", simplemente porque no se han atrevido a perseguir sus sueños.

Se trata de pasos. Pequeños pasos que conducen a un objetivo.Y es muy sencillo: sólo hay que echar a andar.

Y por supuesto, hay que ser muy constante, tener mucha paciencia y poner de tu parte. Hay que salir de la zona de confort y arriesgar.

Hace 3 años estaba sola, había vuelto a casa de mis padres tras una relación que casi acaba conmigo, en un trabajo que me proporcionaba bastantes menos ingresos de los que tengo ahora, y con 30 y pico años....y comencé a perseguir mi sueños.

Ahora esa ruinosa casa de pueblo que compré va teniendo forma....vigas de madera en el techo, vestidor, una enorme cocina, salón con chimenea, corral que algún día será un pequeño vergel...

Todavía me falta mucho trabajo, esfuerzo y dinero.... pero sigo en el camino, persiguiendo sueños.

Puedes llorar porque no se cumplen tus sueños o ilusiones, o puedes ponerte a trabajar y llorar porque ves que se están cumpliendo.

Ahí lo dejo....


París: Un bonito lugar para soñar y hacer planes.

miércoles, 19 de febrero de 2014

CARPE DIEM



A veces me canso de correr. De correr yo y de hacer correr a los demás.

Todo parece que tenga que ir muy rápido...¿y luego? ¿y después? ¿ y si...?.

¿ Y si quiero parar ? ¿Y si quiero ver qué es lo que tengo a mi alrededor? ¿ Y si quiero disfrutar de lo que he conseguido para saber a dónde quiero ir?.

¿Y si quiero andar y pasear? ¿Y si quiero sentir? ¿Y si quiero pensar en mis sueños y soñar?...

No quiero pararme  y mirar hacia atrás y sentir que no sé qué ha pasado realmente en el camino.

" Estaba corriendo y no pude ver lo que ocurría a mi alrededor". "Estaba tan concentrada y enfocada  hacia el futuro que sólo recuerdo trazos horizontales corriendo a mi lado"."Corría tanto que parecía que estaba escapando".

Bueno, tal vez sea hora de reposar, de pensar y de mirar.

De disfrutar del ahora y de mantener la perspectiva...




"...carpe diem, quam minimun credula postero" Horacio (65 a.C.-8 a.C), Libro I de las "Odas".






viernes, 14 de febrero de 2014

SAN VALENTIN


Pues eso, que mañana es San Valentín.

Si estás en estado de enamoramiento, pues a celebrarlo.
Si no lo estás, pues a ignorarlo o a denostarlo.

Yo, pues lo voy a celebrar, que no le hago daño a nadie: Un besito y un detallito.

Un besito, porque tengo mucho amor y estoy muy enamorada. Y un detallito para favorecer el desarrollo de nuestra economía, que está en una situación bastante mala, y no está de más darle un empujoncito.

Si tienes pareja mi recomendación es que al menos te molestes en preparar una tarjeta con alguna cosa cursi y bonita o que te estires con unas gominolas: Es una chorrada, pero en el fondo a todos nos gustan los detalles.

Y para todos aquellos que piensan que es una creación de los centros comerciales, aquí os dejo parte de la leyenda de este pobre hombre (hay que ver qué listos son estos de la wikipedia...)

Humm, tendré que informarme de si existen reliquias de este señor....

Historia (leyenda)

Muchos piensan que san Valentín se celebra desde hace poco y que surgió por el interés de los grandes centros comerciales, pero su origen se remonta a la época del Imperio Romano.
San Valentín era un sacerdote que, hacia el siglo III, ejercía en Roma. Gobernaba el emperador Claudio II, quien decidió prohibir la celebración de matrimonios para los jóvenes, porque en su opinión los solteros sin familia eran mejores soldados, ya que tenían menos ataduras.
El sacerdote consideró que el decreto era injusto y desafió al emperador. Celebraba en secreto matrimonios para jóvenes enamorados (de ahí se ha popularizado que San Valentín sea el patrón de los enamorados). El emperador Claudio se enteró y como san Valentín gozaba de un gran prestigio en Roma, el emperador lo llamó a palacio. San Valentín aprovechó aquella ocasión para hacer proselitismo del cristianismo. Aunque en un principio Claudio II mostró interés, el ejército y el gobernador de Roma, llamado Calpurnio, le persuadieron para quitárselo de la cabeza.
El emperador Claudio dio entonces orden de que encarcelasen a Valentín. Entonces, el oficial Asterius, encargado de encarcelarle, quiso ridiculizar y poner a prueba a Valentín. Le retó a que devolviese la vista a una hija suya, llamada Julia, que nació ciega. Valentín aceptó y, en nombre del Señor, le devolvió la vista.
Este hecho convulsionó a Asterius y su familia, quienes se convirtieron al cristianismo. De todas formas, Valentín siguió preso y el débil emperador Claudio finalmente ordenó que lo martirizaran y ejecutaran el 14 de febrero del año 270. La joven Julia, agradecida al santo, plantó un almendro de flores rosadas junto a su tumba. De ahí que el almendro sea símbolo de amor y amistad duraderos.

                                                        He aquí un retrato de San Valentín (Pues sí...hay reliquias...y están en Roma....)

miércoles, 12 de febrero de 2014

HACIA ATRÁS, COMO LOS CANGREJOS


¡¡Ojo!! Que he vuelto.


Y mira que hacía días que no venía aquí y escribía. Pero ese interior reivindicativo y loco que tengo ha brotado de nuevo.

Si hay algo que he desarrollado cada vez más con los años ha sido la tolerancia y el respeto hacia los demás.

Me molesta que las personas no sean respetuosas con otros puntos de vista y que no sean capaces de empatizar y antes de actuar tener en cuenta que nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás.

Y especialmente me indigna que los demás me/nos quieran imponer sus creencias a la fuerza.

Me duele con toda mi alma que siga adelante la reforma de la ley del aborto.

Me duele que al final sigan afectados los de siempre y me indigna que realmente no se haga nada al respecto.

Las mujeres quedan relegadas a lo que determinados hombres, la iglesia o personas que tienen el suficiente dinero o apoyo de los anteriores como para no tener que preocuparse por ellos, quieran hacer.


Hoy hace 126 años que nació Clara Campoamor. Tal vez hoy gracias a google muchas personas  se hayan preguntado quién era esa que se ha merecido aparecer en un doodle.

Esta mujer luchó por nuestros derechos como mujeres, y lo hizo hablando de libertad, igualdad y capacidad para decidir.

Veo la foto de Gallardón en el congreso con un montón de mujeres detrás de él en pie, ovacionándole porque sigue adelante el proyecto de ley, y lo comparo con los discursos de Clara Campoamor en el congreso, luchando por la libertad de poder votar, poder decidir...

¡Que bien nos vendría una Clara Campoamor de nuestros tiempos... ! y qué pena que vayamos hacía atrás como los cangrejos.

Os dejo uno de los discursos de Clara Campoamor en el Congreso.

Disculpad porque hace que el post sea largo, pero si dejo un enlace, no me quedo tan a gusto.
Los que me leéis, se que podréis adaptar el contenido de lo que se reivindica a nuestro tiempo y que es extensible, no sólo a las mujeres, sino también a la nuestra actual clase media ( o lo que queda de ella).







“Disertación del 1 de Octubre de 1931, en las Cortes

Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent, comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto hoy en trance de negar la capacidad inicial de la mujer. Creo que por su pensamiento ha debido de pasar, en alguna forma, la amarga frase de Anatole France cuando nos habla de aquellos socialistas que, forzados por la necesidad, iban al Parlamento a legislar contra los suyos.
Respecto a la serie de afirmaciones que se han hecho esta tarde contra el voto de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad? Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma forma que las otras y que los varones? ¿No refluye
sobre ellas toda la consecuencia de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?

Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que
 se basa en el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión desde el punto de vista del principio, que harto claro está, y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos para la mujer que para el hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista del principio, es desde el temor que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del principio –cosa dolorosa para un abogado–, como se puede venir a discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y desde el punto de vista práctico, utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por enojosas que sean las estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde 1868 hasta el año 1910, nada más, porque las estadísticas van muy lentamente y no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que dice esa estadística? Pues dice que, tomando los números globales en el ciclo de 1860 a 1910, se observa que mientras el número total de analfabetos varones, lejos de disminuir, ha aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto que en las hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la disminución del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres y que de continuar ese proceso de “disminución en los dos sexos, no sólo llegarán a alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en la obtención de este derecho.
Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra, que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural para poner al margen a la mujer.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar dentro de ella.
Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté, considero que es mi convicción la que habla; que ante un ideal lo defendería hasta la muerte; que pondría, como dije ayer, la cabeza y el corazón en el platillo de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en favor del voto de la mujer, y que además sigo pensando, y no por vanidad, sino por íntima convicción, que nadie como yo sirve en estos momentos a la República española.
(Diario de Sesiones, 1-X-1931)”

Fragmento de: Campoamor, Clara. “En recuerdo de Clara Campoamor”. iBooks.